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¡Bienvenid@! Gracias por estar aquí

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Desde que soy muy pequeña recuerdo sentirme muy atraída a lo místico, a lo inexplicable, a todo aquello que está por encima de lo que nuestra mente humana puede comprender. Recuerdo comprar mi revista Seventeen o De 15 a 20 para leer el Horóscopo y poder ver quincenalmente, sin excusa ni pretexto, cómo nos iba a ir a los Piscis durante esos días.

Después fueron llegando a mí experiencias como la lectura del café o del aura que aunque no entendía qué eran o cómo funcionaban, recuerdo que siempre en el fondo de mi corazón, me resonaban bastante y me hacían sentir certeza de que lo que me estaban diciendo era real.

Me llamaban la atención el tarot, los cuarzos, las lecturas de mano… para mí, todas estas herramientas eran una forma de comunicarme con mi Poder Superior, con Dios. De sentirme más conectada, más protegida.  

Desde muy muy pequeña he sentido una conexión muy especial con el Universo, pero la religión con la que crecí y con la que fui educada nunca me resonó, y conforme fui creciendo y la rebeldía se apoderó de mí, menos.

Siempre hubieron dos cosas que me llamaban la atención pero que nunca me atreví a hacer porque me intimidaban y porque no sabía de qué se trataban: la yoga y la meditación.

Estoy segura que estas prácticas estaban destinadas a estar en mi vida porque a pesar de que de cierto modo me daban miedo, el Universo me obligó a acercarme a ellas.

Cuando tenía 19 años atravesé por un desorden alimenticio que fue la catapulta de mi desarrollo personal y espiritual. Debido a este tema y con mi firme decisión de salir de ahí, busqué ayuda y llegué con una persona muy especial en mi vida, mi primera psicóloga, Isabel.

En esa época, Isabel se convirtió en mi principal apoyo y en mi columna vertebral. Juntas hicimos de TODO para que pudiera entender de dónde venía mi problema con mi cuerpo y mi alimentación, para que pudiera amarme más y así, poco a poco irlo venciendo.

Isa era la psicologa más cool porque entendía perfecto todo en lo que yo creía y ella poco a poco me fue introduciendo a otra forma de pensar, a vivir más presentes y a vivir más conectados con nosotros mismos y con los demás.

En una de nuestras sesiones, Isa leyó mi aura y pudo ver que mi mente y mi cuerpo estaban muy desconectados el uno del otro y ¿qué creen que me recomendó hacer? Así es, me sugirió comenzar a hacer yoga.

  • “Tienes la mente totalmente desconectada del cuerpo. Tu cabeza se ve de un color y tu cuerpo de otro. Deberías de empezar a hacer yoga, eso te va a ayudar mucho”. Me dijo después de la sesión.

En ese momento comenzó uno de los viajes más bonitos de mi vida: el aprender a estar conciente de mi cuerpo, de mis pensamientos, el lograr que mi mente y mi cuerpo funcionaran de la mano y el lograr conectar con ese poder superior que habita en mí.

Comenzó un viaje de mucho autoconocimiento, de romper patrones y creencias y de aprender a amarme, a ser compasiva conmigo pero también el de retarme y de ser comprometida con mis sueños y con mi ser, piezas fundamentales en este viaje.

La primera clase de yoga que tomé fue en el gimnasio al que iba en esos momentos. Recuerdo que entré y me sentía súper intimidada porque no sabía lo que me esperaba.

Solo puedo acordarme que no entendí nada de lo que estaba pasando en esa clase pero recuerdo que me encantó y que sentí cosas que nunca en mi vida había sentido al hacer “ejercicio”.

Pero lo que más me llamó la atención durante la clase fueron las meditaciones del principio y del final, es por eso que en esa época me empecé a meter más en eso.

Me dediqué a buscar clases de meditación cerca de mí a las que asistía yo sola y recuerdo que, nuevamente, no entendía bien qué era o qué era lo que tenía que pasar, solo sé que me hacían sentir muy muy bien.

Y así fue como poco a poco caí enamorada de esta hermosa herramienta y fui practicando y estudiando sobre ella cada vez más.

Tiempo después, comencé a meterme más al yoga y la práctica comenzó a ser parte de mi vida.

Recuerdo que durante mis primera prácticas, habían posturas en las que me ponía a llorar por todas las sensaciones, pensamientos y sentimientos que llegaban a mí.

Durante esa época, cuando poco a poco iba viendo la luz al final del túnel con mis problemas de alimentación, repentinamente pasó lo que más miedo me daba en la vida: perder a mi papá.

Perder a mi papá es la situación más dolorosa por que la que he tenido que pasar, la que más revolucionó mi vida y la que hasta la fecha, casi 10 años después, sigo trabajando profundamente para seguir aprendiendo a vivir sin él.

Me sentía demasiado triste, enojada, confundida y con muchísima incertidumbre, pero también sabía que ese era el momento perfecto para acercarme a mi espiritualidad para poder atravesar ese momento de la mejor manera.

En esos momentos me acerqué mucho a mi práctica de yoga, de meditación y a mi terpia porque me hacían sentir demasiado bien. Me daba cuenta cómo mi cuerpo poco a poco iba haciéndose más fuerte, más flexible, más dócil. Mi mente se sentía mejor; los días en los que no me sentía bien, lo podía ver reflejado en mi práctica, mi mente y mi cuerpo se desconectaban porque mi mente estaba divagando y mi cuerpo también; posturas que ya me salían, justo ese día, no las podía hacer. Y eso era algo que me llamaba mucho la atención y me retaba mucho a ser más conciente de mis pensamientos para que éstos no afectaran mi práctica.

También, recuerdo que durante esa época, fueron llegando a mi vida otras herramientas como Un Curso de Milagros, las enseñanzas de Gaby Bernstein, algunos maestros y libros sobre la Filosofía Budista y el trabajo de los Ángeles y Arcangeles.

Y así, cada una ha estado en mi vida, en momentos más presente que otros pero todos con la misma misión: conectar con mi parte espiritual, el confiar en mi Poder Superior, el saber que estoy protegida, a soltar el control y a confiar en que todo es perfecto. El aprender a buscar dentro de mi las respuestas a través de esta conexión con mi alma y este autoconocimiento, a saber que lo que se siente bien, está bien y viceversa.

El camino del amor propio y el autoconocimiento no son fáciles; no es fácil desaprender ni romper patrones ni comportamientos, pero de lo que estoy segura es que son situaciones que definitivamente se pueden vivir desde un lugar más amoroso y más armonioso si nos apoyamos en herramientas como la yoga y la meditación.

Y es por esto que estoy aquí, para ayudarte a reconectar contig@ mism@, tu esencia, tu alma para que aprendas a conocerte, escucharte y amarte con todo lo que eres.

Gracias por leerme y gracias por estar aquí.

Mar

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